martes, 4 de febrero de 2014

Dulce amargo.






Conoces a alguien que sabe cómo llegar a ti. Podrás no creer en el amor a primera vista pero aun así es imposible negar algo te atrapa desde el principio, quizá una mirada, quizá su forma de actuar o algo tan raro y simple como la postura que toma al hablar.

Y es solo el parte aguas.

Se conocen, o crees que empiezas a hacerlo, encuentras detalles que no son y jamás serán de tu agrado pero la balanza decide vale la pena intentar. Hay igual oro que plomo así que los platos flotan en armonía… justo como tú.

Lo que ves en la tierra es igual que en las nubes, así que ya no sabes cuál es cual.

Descubres es todo lo que buscabas sin saber que lo buscabas, pero la vida decide que tiene un mejor plan. Lo que encontraste no es para ti, y no importa cuánto te aferres habrás de dejar ir, no importa si quieres o puedes hacerlo.

No puedes ver plan alguno en perder tu plan, y habiendo descubierto lo que eran tus deseos ya ninguno es sorpresa; te preguntas si alguien más te hará sentir así, si alguien despertará la misma ilusión o si al menos dejarás de comparar cuando llegue algo similar… pero no hay respuesta.

Si olvidas la historia se repite, si sigues el estigma lo complicará siempre ¡y no es como si pudieras hacer alguna de las dos cosas! Yo mismo sigo atrapado en medio pero empiezo a creer que quizá esa es la salida: no amargarse en la decepción ni envolverse en azúcar de una promesa que no sabes quién va cumplir; seguir dulce amargo como la vida misma, porque al final al mirar en retrospectiva todo es la misma cosa, los momentos buenos y malos, las alegrías y tristezas forman un solo camino… un camino que te trajo aquí y que aún no termina, sin importar si lo recorres o no…

Realista… lo que viene podría ser peor o mejor pero algo será, y no creo que quieras quedarte con la duda.