miércoles, 16 de enero de 2013

Obviamente eres tú.





Mírate, ha pasado el tiempo y no pareces mejorar. Me mostraría ante ti pero sé lo que mi presencia te tiende a causar: pasaste de disculparte siempre a odiarme, y está bien, yo lo decidí así.

Y es que en serio ¡Mírate! ¡Te disfrazaste de artista para pretender serlo la última vez que te vi y ahora…! En serio te convenciste de serlo.

Sé que al menos te has preparado para ello, puedo ver fuentes citables en tus influencias pero eso no es bueno para ti en realidad: no pareces honesto. Usas demasiados adornos, tratas de ser mundano y eres televisión de acceso público; tratas de ser profundo y eres parodia de comercial de perfume. Pero sigues intentando y supongo debo reconocerte eso.

Tienes la determinación que quizá yo debería tener… bueno, no exactamente, definitivamente no creo en tus métodos pero el punto es… mírame, sigo atrapado en la misma situación que antes.

Me sirvió mucho verte como ejemplo de lo que debería evitar, quizá ahora deba hacer lo mismo sobre lo que debería hacer. No, puedes estar seguro de que no completamente, aun encuentro demasiado estrafalario tu estilo y además, creo ya haber encontrado uno propio.

Como sea, gracias y mucha suerte… ¡gracias a Dios y suerte que no terminamos juntos! así podemos encontrar nuestro propio camino. 






jueves, 10 de enero de 2013

Cuando me di cuenta.




Ahí estábamos, solos los dos, una fría pero agradablemente gris tarde de invierno, sin el cliché del par de tazas de café de por medio. Solo charlando mirando al cielo, como aquellos que llevan años acostumbrando eso.

Me preguntó su nombre. De entre todas las cosas en que podía interesarse quiso saber su nombre. Supe que sabía mi secreto; no fui capas de mentir; sonrió con satisfacción.

“¿Cómo lo averiguaste?”

“Cuestión de pronombres… ” Tenía razón, incluso ahora mismo los evito. Pero yo temía hubiera mas ¿Qué tal que hubiese fallado y hubiera estado mostrándolo todo este tiempo?

Dijo que eso era todo y estaba bien. Que no debía de saberse, por que nadie necesitaba saberlo.

No fue lo que dijo si no como lo dijo, el tono que usó y el modo en que me miró al hacerlo: supe que también tenía un secreto. Tal vez el mismo que yo, tal vez peor, pero al final un secreto, y así como respetaba el mio yo debía respetar el suyo y conformarme a saberlo de este modo tácito e implícito… justo como sería todo entre nosotros... siempre.