sábado, 31 de agosto de 2013

Esta vez...





Era un atardecer, claramente, muy a pesar de las nubes. Como si un atardecer no fuera lo suficientemente dulce amargo para mí.

Estaba ahí… ese alguien… yo también. Por unos instantes fue lo único que importó.

Sé que pronto partirá, tal vez fuera de mi vida, así que intento acercarme; abrir la posibilidad de tener una futura despedida. Pero no pasa esta vez. Hay más presentes, personas que desconozco y que ahora atraen su atención. Interrumpir no parece correcto.

Voltea hacia mí, no sé si por mí, pero hacia donde mi cuerpo estaba. No hace nada, así que desvío la mirada y me aparto, pero manteniéndome cerca.

¿Debí saludar? ¡¿Por qué diablos no pude tan solo actuar normal?! Doy la espalda al horizonte, sorprendentemente, solo para encontrar de nuevo su mirada… pero una vez más… nada más.

La lluvia comienza a caer en mi espalda, quizá como un amigo incitándome a tener valor… por desgracia, jamás he encontrado eso prudente.

Me resguardo a mí mismo, pero el sigue ahí. Parece gustarle la lluvia, y a mi ese detalle, aun cuando lo comparte con alguien más.

Los veo justo donde yo estaba segundos antes, con sus manos sintiendo las gotas, apartándose de los demás… y está bien.

Sé que puede ser bueno para él, que podría hacerlo feliz y eso es lo importante. Realmente creo se lo merece, que al final es como lo quiero ver: feliz, así que sonrío sin saber por qué… aun más ampliamente al entrar la pareja de su acompañante.

Jamás me había burlado de mí mismo felicitándome a la vez, lo primero por mi torpeza, lo segundo porque sé que podré dejar ir apropiadamente si es necesario. Lo he hecho antes, sí, pero siempre de un modo forzado; siempre por no tener otra opción ni una ultima visita.

Necesito esa última visita, deshacerme de las dudas y evitar ese estigma del “hubiera”.

Necesito dejarlo ir a mi manera…

Si no puedo decir “hola”, quiero al menos decir “adiós”.



jueves, 15 de agosto de 2013

Biblioteca.





Siempre tengo uno a la mano para abrir y contar su historia. La gente no suele saber si es un truco a las mil una noches, si tengo una gran imaginación, soy un charlatán o cualquier otra opción o mezcla de las anteriores.

Pero no, la verdad, son meras anécdotas de vida.

Sé que no soy tan viejo, soy todo menos aventurero y ni siquiera suelo abandonar las cuatro paredes de mi habitación, pero puedo asegurar viví cada palabra. Tal vez no literal, tal vez no tan dramáticamente y es muy probable haya malentendido muchas cosas... pero lo viví.

Aun así muchos se preguntan cómo es posible. Admiran la cantidad de lomos en las repisas sin pensar en el incompleto final que la mayoría posee, menos lo que eso representa.

Tengo todas estas historias por que no he podido concluir ninguna como me gustaría, algunas ni siquiera empezar. Muchas veces el desenlace se vuelve tan predecible que no puedo obligarme a continuar.

Yo no puedo seguir sabiendo que terminará mal. No puedo aferrarme a una historia ilusamente hasta que no da más. Si lo hiciera supongo seria como los demás: tendría solo una oculta en la alacena, fuera de la vista ajena y pesando mucho más que esta biblioteca donde cualquiera puede entrar y aprender, aconsejar algo o señalar algún detalle que yo no vi.

No me llames coleccionista, ellos suelen tener infinidad más ¡Miles! Y entre más, son más cortas. Para ellos la colección significa todo, pero cada historia nada en sí.

Ellos solo quieren más y más, a mí me basta con la historia correcta.

Que tenga una base sólida, cuyos defectos valgan sus virtudes y cuyos altibajos no formen su trama en sí, pero la vuelvan interesante. Que me sorprenda con lo que vaya a pasar, para motivarme a seguir hasta el final.

Sea saga o una sola novela, quiero ser capaz de volver a leerla sin ningún pesar cuando llegue a terminar.






jueves, 8 de agosto de 2013

Casa de los espejos.




“Sabía que te encontraría aquí”

Dice ella girando hacia el entre los espejos. El solo sigue ahí, sentado sobre el suelo con las piernas cruzadas entre sus brazos, mirando su reflejo en los múltiples paneles de la atracción.

Se sienta junto a él; ninguno dice nada por unos instantes.

“¿Por qué siempre huyes a este lugar?”

“Perspectiva” responde solemnemente “Siempre busco distintas perspectivas para ver algo y aquí puedo hacerlo literalmente, además, nadie viene a estos lugares actualmente.”

Ella piensa por un momento, entendiendo el mensaje entre líneas.

“Supongo que debe ayudarte a entender ambas partes, y a ver todas tus opciones pero ¿No hace más difícil decidir?”

El solo asiente con la cabeza baja, lamentando el que tuviera razón.

“Pero así solo queda en mis manos, y si algo no funciona, puedo culparme a mí mismo por tomar la decisión incorrecta y hacerlo mejor la próxima vez”

Su compañera vuelve a los espejos repasando aquellas palabras mientras el silencio crece otra vez. Pasando por cada proyección de los diferentes ángulos, pensando como aun así, pueden faltar infinidad de otros entre cada uno, por leve diferencia que tuvieran. Hasta ver la expresión cabizbaja en el rostro del joven.

Lo golpea con el codo jugando y sonríe.

“Estas loco”

El ríe ligeramente mirando al suelo.

“Supongo que no puedo discutir eso”

Al mirar de nuevo arriba ella está de pie ofreciendo su mano y una afable mirada. El solo sé pone de pie sin hacer caso.

“A pesar de todo aún pierdes una perspectiva…” seria esta vez; el no parece entender.

“… no te ves a ti mismo como los que te apreciamos te vemos”

Y solo se va, como hace alguien después de dar su ultimátum.

El mira de vuelta a los espejos, sin hacer más por unos instantes y corre detrás de ella.



jueves, 1 de agosto de 2013

Islas



No sé cómo es que me convertí en esto, si acaso es algo que yo mismo me busqué o algo que simplemente debía pasar. Igual ha funcionado bien, y muy probablemente la respuesta sea "ambas".

No sé porque la gente lo desprecia, le teme e intenta desesperadamente jamás llegar a este lugar; el azul no es tan triste como dicen, no para mí, y no aún al menos. Aunque sé que podría con el tiempo, por ahora es un agradable lecho.

En esta insolación he podido crear todo esto, toda esta vida que ves sobre mí, todo esto que pueda atraer tu atención o quizá causarte gracia, lastima o desprecio ¡Yo sé que es mío! sé que es característico de mí y que es lo que pude venir a hacer juego con ello. Me he encontrado a mí mismo.

Lo siento, pero no creo que tú sepas lo que es eso aún. A pesar de todo lo que has pasado no creo que hallas saboreado tus penas, tus sinsabores y alegrías al grado de saber lo que puedes cosechar bien y lo que no. Debes convertirte en una isla y ver por ti mismo de lo que eres capaz antes de esperar que alguien más lo haga por ti.

Solo así podrás soportar el azul que te rodea, para después soportar el que rodea a alguien más.

Debes ver por ti mismo que eso es lo que en verdad soy…

Al final, ese horizonte es todo lo que en verdad tenemos.