El comenzó todo esto, no lo digo por deslindar la
responsabilidad, no creo que hacerlo me ayude a sentirme mejor, pero fue el
quien pronunció las primeras palabras. Quizá yo jamás me hubiera atrevido a
hacerlo.
Sucedió entre la euforia de un nuevo comienzo, antes de
saber a lo que me estaba metiendo, pero a diferencia de aquella energía producida
en el cambio jamás se desvaneció; tampoco creció, solo fue lo que es… lo que quizá
aún no sé qué es.
Quizá es solo eso único que pude mantener en secreto por más
tiempo.
No pude quedarme cerca, y no lo intenté tan ferviente como
quizá pudiera pero siempre observé. Aquel modo educado de atacar en las peleas
y de hablar con quien fuera; su silencio por no recalar al tener problemas, y
como se mantenía indeleble mientras yo caía en una situación parecida…
Primera vez que reconocí a alguien como más fuerte que yo…
por ególatra que parezca… y así sentí jamás lo tendría.
Nadie parece saber lo que pasa por su cabeza; yo lo hice
alguna vez. Confió en mi un par de veces, yo en el también; me ayudó en ellas
siempre y quién sabe si yo hice algo por el… no pude verlo, pero creo el
descubrió mucho en mí… ese secreto; me asusté.
Me alejé en varias formas, y eventualmente fue el turno de él.
Y heme aquí, aún impío en tanto a estar con él pero
queriendo hacer algo respecto, aun si solo es para dejar ir.
Sí, heme aquí intentando dejar ir algo que nunca tuve; de
callar todo lo que nunca dije al sentir que se va la última oportunidad de
articularlo. Pidiendo equivocarme en esa conclusión que me atreví a tomar hace
tanto tiempo.
No creo poder decirlo de manera digna… muchos han estado en
esta posición y no pretendo ser uno más. Lo dejaré a mi manera, y quizá algún
día sea el tiempo de la verdad…
Y aquí el reloj dice “tic tac”.