viernes, 8 de agosto de 2014

Lo que es justo.





Y me di cuenta de todos mis traumas en un solo momento, al mismo tiempo, frente alguien que acabo de conocer.

Frente a alguien que sé está dispuesto a algo más conmigo, cuando yo aún no me acabo de convencer.

Ha sido así desde hace un tiempo, cada vez más desde la pérdida… ahora lo sé, aunque al menos esta vez hemos llegado un poco más lejos.

No me he dado el tiempo de conocer a alguien en realidad, a la primera señal de algo que no me gusta pienso en “¿Para qué me engaño a mí mismo?” y no hay vuelta atrás. Siempre digo que necesito precisamente eso, tiempo, para conocer más, para intentar lo que podría pasar, pero no lo encuentro justo.

Yo estaría bien, si resulta en verdad no es para mí, pero estando el otro tan convencido desde el principio ¿No sería como ofrecer manzanas de Sodoma? ¿Muestras gratis de un producto que quizá no estoy dispuesto a vender?

Si el inseguro soy yo, nadie más tiene porqué pagar las consecuencias, así como no tienen porqué contener todo organizádo dentro de sí como yo para encajar conmigo si no está en su naturaleza.

Sería genial estuviera en su naturaleza, pero no para complacerme.

Soy un caos en orden, porque conozco los motivos por los que soy así; soy cruel con los recuerdos y detalles al grado de etiquetar y clasificar para almacenar todo en su lugar donde solo yo sé de su existencia… pero igual privándolos de libertad. 

Por suerte algunos se convierten en poesía; por naturaleza aún así afectan mi andar.

Debo averiguar si en verdad he hecho lo correcto o si solo me he engañado a mí mismo tratando de no engañarme a mí mismo. El único modo que sé es entrando al caleidoscopio de perspectivas y sé bien no es para ti… no es para nadie… no debes seguirme ahí…

No debes esperar por mí.