miércoles, 10 de abril de 2013

... y entonces caes por primera vez.






“Tranquilo campeón… ”

Se elevó una voz en la oscuridad, una afable voz interrumpiendo los sollozos que eran lo único que sonaba hasta el momento. Miró alrededor, aferrándose fuerte a sus piernas, pero aún era como estar en el más 
profundo de los abismos. No podía ver ni siquiera su nariz.

“… tranquilo, sé que es difícil, el no poder ver a dónde vas, ni lo que podrías encontrar, pero no por eso asumirás al instante lo peor ¿verdad?”

Pequeñas luces azules comenzaron a aparecer. Poco a poco el suelo se volvió visible, así como el pequeño sobre él, sentado en posición fetal, mirando alrededor desconcertado con ojos llorosos.

“¿Lo ves? No hay nada aquí que temer”

Las palabras no parecían venir de ningún lugar en específico. Giró la cabeza de un lado a otro, buscando al dueño de aquella voz. Bajo la pálida luz de aquellas chispas flotantes solo yacían él mismo y la blanca arena, ahora iluminada de azul hasta perderse de nuevo en las vastas tinieblas.

“Sí, supongo que es mejor si puedes ver a alguien.”

Las luces comenzaron a acumularse en un punto frente a él, reduciendo el área iluminada mientras se concentraban en una pequeña esfera de luz zafiro. Se quedó ahí, suspendida en el aire sin moverse hasta emitir un resplandor que lo hizo desviar la mirada.

Miró otra vez. La esfera seguía ahí, flotando sobre la palma de la mano de un hombre. Muy alto, piel muy blanca, mostrado una ligera sonrisa sobre una larga túnica tan negra como el ambiente. Sus ojos y los bordados en su ropa combinaban perfecto con la luz que portaba.

“Vamos, hay gente que te espera” habló, usando la misma voz que resonaba antes, ofreciendo una mano al pequeño. La tomó sin miedo, algo en su nuevo acompañante lo hacía sentir mucho mejor, cada vez más, conforme seguía caminando a su lado. Pero aún no podía evitar sollozar un poco.

“Es normal que le temas, en especial a tu edad. Nos enseñan a huir de lo que no conocemos; a ir a lo seguro, en lugar de incitarnos a descubrir algo nuevo. ”

El hombre se detuvo y se giró hacia él joven.

“La oscuridad no es tan mala, solo presta atención ahora. No encontraras nada, ni siquiera lo que podría molestarte de ti mismo; no escucharas nada, a menos que pienses o decidas que sí...”

Entonces mandó la luz que mantenía en su mano flotando a alejarse de ellos. A unos cuantos metros resplandeció otra vez, expandiéndose en forma de aro, dejado ver dentro de si una habitación.

“… si aprendes a estar tranquilo en este dolor, en este temor, descubrirás una paz que te ayudará a sobrellevarlo. Solo no te relajes demasiado”

Llevó sus manos a la túnica, y ofreció una bola de hilo. El joven la tomó.

“Átala a algo importante; algo que te haga querer volver la próxima vez.”

“¿Qué pasa si no encuentro a qué?” Expresó el pequeño por primera vez. El más grande sonrió cándidamente.

“Seguramente habrá alguien que decida por ti”

Entonces solo caminó hacia el círculo, con su mirada puesta sobre aquel cordel, sin pensar en nada en específico, ni deparar en nada hasta sentir su cama golpear suavemente sus pies. Giró sobre sí mismo, solo para encontrar aquel circulo encogerse lentamente hasta desaparecer.

Sabía que no se encontrarían otra vez.



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