Me gusta decir las cosas sin tener que decirlas, porque solo
así no pueden negarse. Porque solo así, sabes que tienen fuerza suficiente para
salir y ser honestas… para vivir como un hecho por su cuenta, no como una
historia que tengas que mantener.
Trato así a mis sentimientos porque no son algo que yo haya
creado. Nacen en mí y de mí, pero no por mí; tienen voluntad propia, crecerán
sin importar lo que haga. Sin importar que tan bien los esconda buscaran la luz
como una planta, y seguirán y seguirán hasta envolverme por completo… a menos
que les de una forma.
No, una vez que ven la luz son más como un niño, un niño con
un gran capricho a cumplir sin importar si está bien o mal.
Siendo el padre de ese niño ¿cumplirías ese capricho?
Yo crecí con la idea de que todo en esta vida sabe mejor
cuando te lo ganas; cuando te esfuerzas por ello, y al final, es así de igual
manera como tendrás que sobrevivir eventualmente.
Trato que estos sentimientos crezcan con la misma idea, así
van con calma y no tienen riesgo de correr y caer por su euforia. Aún pueden
decepcionarse si su esfuerzo no da frutos, lo sé, pero quien sabe, quizá eso
los motive a trabajar más arduamente.
Así que aunque pienses quedarte, no les des todo tan
fácilmente... no lo tomarán, les gusta saber que se merecen lo que tienen, y que
han sido merecidos también.
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